¿Puede la humanidad afrontar el cambio climático sin creerlo? La historia médica sugiere que es posible
Por extraño que parezca, los primeros teóricos de los gérmenes podrían decirnos mucho sobre las actitudes actuales hacia el cambio climático.
Mientras investigaba para un nuevo libro sobre la historia de las infecciones emergentes, encontré muchas similitudes entre los primeros debates sobre la existencia de microbios y los debates actuales sobre la existencia del calentamiento global.
Ambas controversias revelan las dificultades que supone percibir una amenaza invisible. Ambas revelan la influencia de los intereses económicos que se benefician del statu quo. Pero, lo que es más importante, ambas revelan cómo personas con creencias e intereses diferentes pueden, no obstante, ponerse de acuerdo sobre políticas y prácticas clave para abordar un problema global.
Lo que no puedes ver podría hacerte daño
Ver para creer, y hasta mediados del siglo XIX era muy difícil ver los diminutos organismos responsables de nuestras llamadas enfermedades “fibrosas”.
Aunque las pruebas indirectas eran contundentes, mucha gente siguió siendo escéptica respecto de los “animálculos” (como se denominaba antiguamente a los microorganismos) hasta que se desarrolló lo suficiente el microscopio. Incluso entonces, la aceptación fue gradual. Las ideas que antes predominaban sobre los gases causantes de enfermedades, llamados miasmas, persistieron durante varias décadas antes de que la mayoría de la gente reconociera que las fiebres tenían una causa viva.
El cambio climático plantea desafíos similares en términos de visibilidad. Si bien todos pueden ver y sentir el clima, a menudo resulta difícil observar sus patrones más amplios y tendencias más prolongadas sin la ayuda de gráficos técnicos.
Incluso cuando la gente reconoce el panorama más amplio, la cuestión de la responsabilidad humana se complica por el hecho de que las emisiones de carbono de nuestros motores, al igual que las infecciones bacterianas que afectan a nuestro organismo, son invisibles a simple vista. Es difícil lograr soluciones humanas cuando la evidencia de las causas humanas es invisible.
La economía puede superar a la evidencia
A estos desafíos se suman los intereses económicos que a menudo confunden las recomendaciones científicas.
En el caso de la teoría de los gérmenes, las primeras recomendaciones para prevenir la propagación de la infección incluyeron el restablecimiento de cuarentenas en los puertos de embarque y los cruces fronterizos, obstaculizando así el flujo comercial internacional.
En el caso de la teoría del clima, las recomendaciones para frenar el calentamiento global incluyen la reducción del consumo de combustibles basados en el carbono, lo que reduciría el flujo de petróleo. Estas estrategias pueden amenazar los medios de vida y las ganancias, por lo que no es sorprendente que los sindicatos estén divididos sobre las iniciativas verdes y que los ejecutivos del sector energético difundan información errónea sobre la ciencia climática.
Las creencias y los intereses no tienen por qué coincidir
Pero las creencias y los intereses de las personas no tienen por qué coincidir si todos encuentran algún beneficio en las recomendaciones.
Este fue el caso en las últimas décadas del siglo XIX, cuando los cirujanos que negaban la presencia de gérmenes adoptaron, no obstante, las técnicas antisépticas de Joseph Lister.
Lo hicieron principalmente por la razón práctica de que a sus pacientes les iba mejor con los nuevos métodos, pero si hacía falta una explicación, muchos de estos escépticos acérrimos afirmaban que los métodos de Lister impedían la transmisión de miasmas en lugar de organismos vivos.
En respuesta a estas afirmaciones, Lister afirmó:
“Si alguien decide suponer que el material séptico no es de la naturaleza de los organismos vivos, sino un llamado fermento químico desprovisto de vitalidad… tal noción, aunque creo que no está respaldada por ninguna evidencia científica, será, desde un punto de vista práctico, equivalente a una teoría de los gérmenes, ya que inculcará precisamente los mismos métodos de manejo antiséptico”.
A Lister le preocupaba más salvar vidas que ganar discusiones. Mientras los cirujanos adoptaran sus métodos, a Lister le importaban poco sus justificaciones. Cuando se trataba de prevenir infecciones, lo que contaba eran las conductas, no las creencias.
Cambiar comportamientos a través de intereses complementarios
Lo mismo podría decirse del calentamiento global: cambiar comportamientos es más importante que cambiar creencias.
Un claro ejemplo es el creciente movimiento ecologista entre los cristianos evangélicos. Organizaciones como Green Faith y Creation Care Task Force citan pasajes bíblicos para promover la gestión ambiental como un deber sagrado.
Si bien muchos de estos grupos reconocen que el cambio climático es de origen humano, algunas de sus creencias fundamentales contradicen las teorías evolutivas que mis colegas y yo empleamos como científicos. Pero no es necesario que estemos de acuerdo sobre los combustibles fósiles para que el mundo deje de depender de ellos.
Lo mismo ocurre con las prioridades y los intereses económicos.
Una encuesta nacional reciente de Pew concluyó que una gran mayoría de los estadounidenses apoya el desarrollo y el uso de energía renovable. Esto incluye una ligera mayoría de republicanos, aunque sus motivos tienden a diferir de los de los demócratas.
Es más probable que los republicanos prioricen los beneficios económicos de la energía renovable que los demócratas, quienes tienden a incluir el calentamiento global como su principal preocupación.
Los beneficios económicos podrían explicar por qué los estados republicanos producen la mayor parte de la energía eólica de Estados Unidos y por qué tres de estos estados se encuentran entre los cinco principales productores de energía solar del país. Su adopción se correlaciona con la geografía de los cinturones eólico y solar, donde los agricultores ven rendimientos favorables por la producción de energía y una fuente estable de ingresos para amortiguar las fluctuaciones de precios de los cultivos sensibles al clima. El sustento es un motivador poderoso.
Encontrar puntos comunes podría cambiar el mundo
Ninguno de estos ejemplos aborda el cambio climático en todos sus frentes. Y tanto entre los demócratas como entre los republicanos hay opiniones diferentes sobre la velocidad y el alcance de la transición a la energía renovable.
Pero podemos sacar otra lección esperanzadora del siglo XIX: aunque la gente no estaba de acuerdo en todas las medidas para prevenir enfermedades, encontró suficientes puntos en común para lograr la mayor reducción de la mortalidad registrada en la historia.