La importancia de los minerales críticos no debería justificar su extracción a toda costa
El calentamiento global es real y el cambio climático empeora día a día con incendios forestales arrasadores, inviernos inusualmente cálidos y desastres por inundaciones en todo Canadá. Mientras tanto, la transición a cero emisiones de carbono necesaria para alejarse de un futuro tan nefasto se ve obstaculizada por una debilidad clave: los “minerales críticos”.
Para que la transición energética tenga éxito, es necesario utilizar los llamados minerales “de batería” o “críticos”, minerales que deben extraerse o reciclarse. Los teléfonos inteligentes, los chips superconductores, las tecnologías de energía renovable e incluso la industria de defensa dependen en gran medida de los minerales críticos. Se prevé que la demanda de estos minerales se triplique de aquí a 2030.
Sin embargo, la incómoda realidad es que el suministro de estos metales simplemente no existe y su extracción conlleva enormes riesgos sociales y ecológicos. Este problema nos afecta a todos.
¿Qué son los minerales críticos?
No existe un consenso universal sobre qué son los minerales críticos. Los distintos países y organismos, como la Agencia Internacional de la Energía o el Banco Mundial, tienen diferentes listas, y el contenido de estas no es estático.
Por ejemplo, la lista canadiense de minerales críticos contiene 31 minerales o grupos de minerales. Estados Unidos tiene dos listas: la lista de minerales críticos del Servicio Geológico de Estados Unidos, que contiene 50 minerales individuales, y la lista de materiales críticos para la energía del Departamento de Energía, que incluye materiales energéticos como el cobre y el silicio. La Unión Europea tiene una lista de 34 materias primas críticas.
El término “mineral crítico” es técnicamente un nombre inapropiado, ya que la mayoría de los elementos incluidos en estas listas son metales y no minerales. Sin embargo, hay amplios puntos de acuerdo: la mayoría de las listas incluyen metales para baterías, como litio, níquel, cobalto y cobre, así como tierras raras y metales del grupo del platino. Otros elementos comunes son las aleaciones de acero, como cromo, manganeso y zinc.
Todos estos elementos son cruciales para la transición energética. Los metales de las baterías alimentan los vehículos eléctricos y las baterías de almacenamiento, el acero y los elementos de tierras raras son imprescindibles para las turbinas eólicas y el cobre es esencial para las redes eléctricas. En pocas palabras, la escasez de minerales críticos significa una transición energética retrasada y un empeoramiento de los impactos climáticos.
Sin embargo, los vehículos eléctricos son tan “limpios” como la red eléctrica que los alimenta y tan “verdes” como sus componentes. Las baterías requieren níquel, que bien podría proceder de una mina de Filipinas que vierte legalmente sus residuos (residuos tóxicos) en los océanos. Mientras tanto, el vital cobalto no puede separarse de las miserias humanas de la minería en la República Democrática del Congo, una industria minera a la que se hace referencia como “una nueva forma de esclavitud, una esclavitud subterránea”.
¿Por qué son problemáticos los minerales críticos?
Los minerales críticos suelen encontrarse en yacimientos que están altamente concentrados geográficamente y China es una fuerza dominante en su procesamiento y suministro. Esto significa que las tensiones geopolíticas pueden dificultar la seguridad de las cadenas de suministro de minerales críticos.
Un Libro Blanco del Foro Económico Mundial de diciembre de 2023 traza un mapa de los riesgos que supone para los ecosistemas la falta de suministro de minerales críticos. Sus conclusiones son claras.
No sólo nos espera al final del camino una transición energética retrasada, sino que las señales a lo largo del recorrido indican que esos riesgos ya se están manifestando.
Por ejemplo, entre los riesgos políticos identificados se encuentran los conflictos por los recursos, el creciente nacionalismo en materia de recursos y la creciente fragmentación del comercio. Entre los riesgos económicos se encuentran la volatilidad y la incertidumbre del mercado, así como el acaparamiento de minerales críticos.
Los riesgos socioambientales comprenden un aumento de la minería ilegal y explotadora y una mayor demanda sobre los ecosistemas, mientras que los riesgos tecnológicos apuntan a una escasez en cascada de tecnología renovable.
Los impactos de la minería de minerales críticos
Al considerar las consecuencias de la escasez de minerales, puede resultar tentador justificar la extracción de minerales críticos a cualquier precio, pero esto es una falacia peligrosa. Las repercusiones sociales y ambientales de la extracción deficiente de minerales críticos son nefastas.
Estos incluyen desde la intensidad hídrica del litio en los frágiles paisajes del desierto chileno de Atacama hasta los procesos tóxicos inherentes al procesamiento de los elementos de tierras raras cuyo uso es omnipresente en la tecnología inteligente y las turbinas eólicas. La disminución de las calidades del mineral significa presas de relaves cada vez más grandes, y el cambio climático las hace más propensas a los accidentes.
Para las comunidades indígenas, los minerales esenciales son al mismo tiempo una promesa y un peligro. Los estudios han demostrado que los minerales esenciales suelen estar muy concentrados en tierras indígenas. Para ellas, se plantea la cuestión de si esto abrirá la puerta al desarrollo económico indígena o si constituirá otro caso más de desplazamiento y destrucción ecológica en sus propias puertas.
No se puede dejar de enfatizar la importancia de las autoridades normativas independientes, como la Iniciativa para la Garantía de la Minería Responsable (IRMA, por sus siglas en inglés). A diferencia de las normas de la industria, como Towards Sustainable Mining, la IRMA representa los puntos de vista de múltiples partes interesadas, entre ellas las comunidades, los empleados, los inversores y las minas.
La minería es, por su propia naturaleza, un proceso que consume mucha energía. Si bien es costoso y técnicamente complejo modernizar las minas existentes para electrificarlas, las nuevas minas deben diseñarse teniendo en cuenta la neutralidad de carbono. Por supuesto, esto puede ser particularmente difícil en lugares que enfrentan desafíos de infraestructura, como opciones limitadas de energía renovable o con bajas emisiones de carbono.
La minería en zonas urbanas no es la única solución al problema de los minerales críticos. La minería urbana (extracción de desechos electrónicos) puede desempeñar un papel importante. También es importante diseñar productos fabricados a partir de minerales críticos teniendo en mente el reciclaje y la reutilización.
Al invertir en investigación y desarrollo, podemos encontrar sustitutos para los minerales más problemáticos, independientemente de si los problemas subyacentes son limitaciones geopolíticas, toxicidad o abusos de los derechos humanos.
El resultado final
En definitiva, necesitamos prácticas mineras responsables que nos permitan obtener los minerales necesarios para que la transición energética funcione. Sin embargo, debemos hacerlo de una manera justa y equitativa tanto para las personas como para el planeta.
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Este objetivo es una carrera contra el tiempo, que requiere tanto innovación como una vigilancia constante contra la reducción de los estándares para satisfacer necesidades de corto plazo, una vigilancia que todos debemos trabajar para mantener.