Las emociones pueden importar más que los hechos a la hora de dar forma al apoyo individual a la energía renovable, según muestra un nuevo estudio
Parece que las políticas energéticas están constantemente en los titulares estos días.
¿Debería Canadá “reducir el impuesto”? ¿Es hora de poner fin a las exenciones fiscales a las empresas canadienses de combustibles fósiles e invertir en energías renovables? ¿Son los vehículos eléctricos una buena inversión? ¿Deberían los gobiernos frenar los paneles solares y las turbinas eólicas?
Éstas son grandes preguntas que importan para la economía, el medio ambiente y nuestro futuro. Al responder estas preguntas, es probable que las personas consideren los costos y beneficios de cada enfoque.
Sin embargo, las personas no son robots. Las personas tienen pensamientos, sentimientos y emociones. Y sobre todo tienen fuertes sentimientos sobre el cambio climático y las fuentes de energía.
En nuestro reciente estudio publicado en La política energética, reunimos a cuatro psicólogos, dos sociólogos y un abogado para explorar el papel de las emociones en la toma de estas decisiones. Descubrimos que las inquietudes o inquietudes de las personas sobre el cambio climático influyen en su forma de ver las fuentes de energía.
En resumen, las inquietudes y preocupaciones sobre el cambio climático pueden generar entusiasmo por la energía hidroeléctrica, solar y eólica y estimular la oposición al carbón, el petróleo y el gas. Estos resultados tienen implicaciones importantes para dar forma a nuestras decisiones colectivas e individuales sobre las fuentes de energía.
Las emociones importan
Un posible factor que puede influir en la toma de decisiones personales con respecto a las fuentes de energía es lo que los investigadores llaman «preocupación por el clima» y «preocupación por el clima». Se refieren a si un individuo está preocupado o preocupado por el cambio climático y sus posibles impactos en sí mismo, en sus seres queridos y en el mundo que lo rodea.
Estas emociones juegan un papel importante en la configuración de cómo el público percibe y actúa sobre una amplia gama de cuestiones relacionadas con el cambio climático. Por ejemplo, las inquietudes y preocupaciones climáticas pueden motivar a las personas a tomar medidas climáticas personales y apoyar una variedad de políticas climáticas progresistas. Pero ¿qué pasa con las preferencias energéticas?
Nuestro estudio realizó un metanálisis que sintetizó datos de 36 países y más de 85.000 participantes para examinar cómo las preocupaciones o inquietudes sobre el cambio climático pueden afectar la forma en que las personas expresan su apoyo a fuentes de energía particulares.
Descubrimos que las personas que están más preocupadas o preocupadas por el cambio climático apoyan más la hidroelectricidad, la energía solar y la eólica. Esto tiene sentido porque estas fuentes de energía producen muchas menos emisiones de gases de efecto invernadero que otras.
Quizás resulte sorprendente que no hayamos encontrado una oposición igualmente fuerte a los combustibles fósiles entre las personas preocupadas o preocupadas por el cambio climático. También encontramos que los factores de ideología política, género y educación solo tuvieron un impacto limitado sobre el apoyo en ambos sentidos.
La conclusión, sin embargo, es que las personas que estaban preocupadas o preocupadas por el cambio climático apoyaban mucho más las energías renovables que se oponían a los combustibles fósiles.
El lado emocional de la política
Estos resultados proporcionan una nueva forma de mirar el debate energético en curso.
Incluso aquellos de nosotros que estamos más preocupados por el cambio climático queremos que la política energética agregue, en lugar de restar, las fuentes de energía existentes. Del mismo modo, encontramos que la mayoría apoyará más fácilmente una estrategia de “adición de energía” en lugar de una “transición energética”.
Como resultado, las emociones relacionadas con el clima pueden servir como palanca para promover las energías renovables, ya sea en términos de políticas gubernamentales o decisiones de compra.
Por otro lado, los llamamientos emocionales pueden ser menos eficaces para generar oposición al petróleo, el gas y el carbón. Esto puede deberse a la preferencia de la gente por el status quo o a la preocupación por los costos de una transición para abandonar los combustibles fósiles.
Pero seamos claros. Éste no es un mensaje desesperado. Más bien, creemos que debería servir como motivación para los organizadores climáticos, las entidades de política energética y cualquier persona involucrada en la configuración de nuestro futuro climático y energético. Los informes políticos, los artículos de los medios y los estudios sobre el clima tienden a enfatizar a qué debemos renunciar para prevenir un futuro condicionado por una catástrofe climática.
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Pero, como muestran nuestros resultados, también necesitamos trabajar para construir una visión más positiva para el futuro con bajas emisiones de carbono. La transición energética no pasa sólo por renunciar a la cocina de gas o volar menos. También significa respirar aire más limpio, mejor transporte público, menores costos de energía y hacer que el acceso a la energía sea justo y equitativo.
Estas son las partes positivas y optimistas de un futuro con bajas emisiones de carbono que debemos comunicar mejor si queremos generar apoyo no sólo para más energías renovables, sino también para menos combustibles fósiles.