Si queremos más parques solares y eólicos, necesitamos que los lugareños se sumen y aseguremos que todos se beneficien también.
Ha comenzado la carrera hacia la transición a la energía limpia. Los promotores de parques solares y eólicos están inundando las comunidades regionales con la esperanza de que allí se instalen infraestructuras de generación y transmisión. Esta capacidad adicional es necesaria para alcanzar el objetivo del gobierno federal de que el 82 % de Australia utilice energías renovables para 2030.
El Clean Energy Council ha estimado la capacidad que se necesitaría para entrar en funcionamiento entre 2026 y 2030 para alcanzar este objetivo. Equivale a 5.400 megavatios (MW) de energía eólica, 1.500 MW de parques solares comerciales y 3.600 MW de energía solar en tejados cada año.
La magnitud de este desafío es asombrosa: equivale a un aumento anual de la capacidad agregada del 240% en comparación con los últimos tres años.
¿Cómo logran los promotores convencer a las comunidades para que acepten estos proyectos? Normalmente ofrecen pagos a los propietarios de las tierras. Los fondos de desarrollo comunitario también son populares, ya que los promotores ayudan a financiar necesidades locales como la vivienda y los servicios comunitarios.
Pero estos enfoques han sido inconsistentes y carentes de transparencia. Se ha acusado a los promotores de actuar de manera oportunista. Ha habido confusión y, en ocasiones, conflictos entre vecinos de comunidades regionales.
En resumen, muchas comunidades regionales se sienten abandonadas y defraudadas. La transición energética está ocurriendo “para ellas” y no “con ellas”. Las investigaciones indican que estos proyectos tienen muchas más probabilidades de éxito cuando los habitantes locales sienten que el proyecto es suyo o los incluye y que compartirán beneficios duraderos.
¿Cómo están respondiendo las comunidades?
Algunas comunidades regionales están tomando cartas en el asunto para reequilibrar la negociación con los promotores.
Por ejemplo, la colaboración Wimmera Southern Mallee en Victoria ha reunido a la comunidad y a las 12 empresas energéticas con proyectos en la región. El gobierno estatal, las ONG y consultores locales de confianza están apoyando esta labor para acordar un marco de colaboración.
Este marco creará la estructura y los compromisos necesarios para que las empresas energéticas colaboren y garanticen los beneficios para las comunidades. Estos beneficios incluyen soluciones a necesidades locales apremiantes, como vivienda, cuidado infantil y otras infraestructuras y servicios.
De manera similar, el Ayuntamiento de Hay Shire, en la ribera norte de Nueva Gales del Sur, ha llevado a cabo una consulta para aumentar la influencia de la comunidad. El objetivo es dejar claro a los promotores de energías renovables lo que los vecinos quieren y lo que no.
Los gobiernos estatales y federales, así como organizaciones como Clean Energy Council, The Energy Charter, RE-Alliance y Community Power Agency, también están tratando de nivelar el campo de juego. Una de esas iniciativas, Striking a New Deal, apoyará y financiará un organismo rural o regional (un consejo local, una asociación o una organización) para impulsar mejores resultados locales a partir de proyectos energéticos locales.
Sin embargo, persisten los desafíos. Los promotores de energías renovables tienen dificultades para obtener su licencia social para operar en comunidades regionales. Estos desafíos amenazan con socavar toda la transición energética.
Se necesitan nuevos modelos de negocio
En Australia están surgiendo lentamente nuevos modelos de negocio creativos. Un ejemplo es el Haystacks Solar Garden, de propiedad comunitaria, en Grong Grong, Nueva Gales del Sur. Otro enfoque consiste en ofrecer descuentos en la electricidad a los residentes que viven cerca de parques eólicos y solares.
Lamentablemente, estos enfoques tienden a ser la excepción y no la regla en Australia. Si miramos al exterior, tal vez podamos orientar mejor nuestro enfoque en nuestro país.
En Dinamarca, por ejemplo, la Ley de Energías Renovables exige desde 2009 que al menos el 20% de todos los nuevos proyectos eólicos sean propiedad de la comunidad local. En la actualidad, la energía eólica genera el 54% de la electricidad de Dinamarca.
De manera similar, los proyectos comunitarios desempeñan un papel importante en Alemania. Cambio de energía o transición energética. Alemania cuenta con más de 1.700 comunidades energéticas, la mayoría de ellas cooperativas (55%) y sociedades de responsabilidad limitada (37%). La propiedad y la capacidad de dar forma al sistema energético local son los impulsores clave de la participación comunitaria.
El parque eólico privado Midtfjellet 55 en Noruega es más comparable a los enfoques australianos. Sus propietarios están invirtiendo 1,8 millones de euros al año (3 millones de dólares australianos) en infraestructura local y actividades para la comunidad de 3.100 residentes.
Estas cifras se repiten en toda Europa. Un fuerte apoyo político y un entorno regulatorio maduro están fomentando la inversión tanto de los hogares como de la industria.
Involucrar e informar a las comunidades es vital
Más cerca de casa, el informe de la Comisión de Infraestructura Energética de Australia sobre la participación de la comunidad ofrece principios rectores de buenas prácticas. El informe encargado por la Commonwealth se publicó en febrero. Entre sus nueve recomendaciones se incluyen “mantener a las comunidades mejor informadas sobre los objetivos, los beneficios y las necesidades de la transición energética” y “compartir equitativamente los beneficios de la transformación”.
Arron Wood, del Clean Energy Council, acogió con satisfacción las conclusiones del informe y afirmó:
La participación de la comunidad y una comunicación eficaz son los antídotos contra la desinformación que se está utilizando para fomentar la división en algunas comunidades regionales. Es necesario un compromiso genuino y de buena fe de todas las partes para garantizar que logremos el equilibrio adecuado entre gestionar las expectativas de la comunidad y seguir adelante con la tarea de construir la infraestructura de generación, transmisión y almacenamiento que Australia necesita con urgencia.
Es importante destacar que el gobierno federal ha aceptado en principio las nueve recomendaciones y recientemente publicó unas directrices nacionales, que debían haberse emitido hace tiempo, sobre la participación comunitaria y los beneficios de los proyectos de transmisión.
Los estados también están trabajando en estrecha colaboración con organismos de la industria y ONG para brindar orientación sobre la participación de la comunidad. Los gobiernos de Nueva Gales del Sur, Victoria y Queensland están ofreciendo pagos a los propietarios de tierras para proyectos de transmisión.
Es evidente que es difícil equilibrar las preocupaciones de las comunidades regionales con la necesidad de acelerar la transición energética. El gobierno y la industria parecen apoyar un enfoque flexible en la participación y los pagos a los propietarios de tierras y las comunidades. Sin embargo, es cuestionable que sus preocupaciones puedan superarse sin un enfoque más prescriptivo y estandarizado en materia de distribución de beneficios.