¡Es hora de acabar con la impunidad de las corporaciones multinacionales!
Amazon, Nike, Crocodile y 80 marcas han sido acusadas de beneficiarse del trabajo forzoso de los uigures. McDonald’s, entre otros, supuestamente se benefician de la deforestación del Amazonas. 6.500 trabajadores perdieron la vida en la obra de construcción de Finch y compañía para la Copa del Mundo de 2022. Todas estas empresas, y muchas otras, se benefician de actividades delictivas en sus cadenas productivas. ¿Por qué se privan? Hasta el momento, han quedado en total impunidad.
Las corporaciones multinacionales se han convertido en nuestra interfaz con el mundo, y pagamos un precio. Teléfonos, ropa, medicinas, alimentos: organizan la producción de nuestros bienes de consumo, desde la extracción de los recursos naturales hasta la distribución. Se liberan de las normas comunes y se liberan de todo control público.
Las corporaciones multinacionales se han convertido en nuestra interfaz con el mundo, y pagamos un precio.
Con el desarrollo de la globalización, las empresas multinacionales han establecido un sistema operativo globalizado. Mueven la producción a lugares donde los derechos sociales y el medio ambiente están menos protegidos. Subcontratan los trabajos sucios, desde la esclavitud hasta la destrucción del medio ambiente, a sus contratistas. Nunca visto o atrapado. Por otro lado, la justicia está desarmada: la legislación europea no permite responsabilizar a las empresas por los delitos cometidos por sus filiales, subcontratistas o proveedores. Las ganancias suben a la sede de las corporaciones multinacionales, pero no enfrentan ninguna responsabilidad legal por las innumerables víctimas de las consecuencias sociales y ambientales de su producción. En la práctica, esto equivale a escribir un cheque en blanco para las prácticas más reprobables de las megacorporaciones.
La codiciosa explotación del mundo amenaza nuestra existencia común a través del calentamiento global, el colapso de la biodiversidad y el agotamiento de los metales y otros recursos naturales. Las corporaciones multinacionales acampadas en imperios globales, protegidas por tratados de libre comercio, jugaron con la soberanía de nuestra nación. Ahora es el momento de detener esto.
Mueven la producción a lugares donde los derechos sociales y el medio ambiente están menos protegidos. Y dejar que sus subcontratistas hagan el trabajo sucio. Nunca visto o atrapado.
Para remediar esta injusticia, el Parlamento Europeo acaba de aprobar el pasado 10 de marzo una propuesta legislativa sobre el deber de vigilancia de empresas del tamaño del continente. Este es el primer paso para recuperar el control. Aborda el problema desde tres perspectivas: derechos humanos, medio ambiente y corrupción. Las empresas están obligadas a realizar todos los esfuerzos posibles para garantizar el respeto a los derechos humanos, el medio ambiente y la integridad pública en su cadena productiva. En su defecto, serán multados, excluidos de ayudas y contratos públicos, prohibidos de importar determinados productos, o incluso suspendidos. Las víctimas finalmente podrán recurrir al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas para obtener una indemnización. La propuesta va un paso más allá de la ley francesa de 2017 e involucra también a las empresas extranjeras que operan en suelo europeo, con sanciones y herramientas de aplicación que permiten lograr un verdadero equilibrio de poder con las corporaciones multinacionales más grandes.
La Unión Europea es una importante fuerza económica y comercial. Es nuestra responsabilidad usar este poder sabiamente para cambiar el juego a escala global.
La codiciosa explotación del mundo amenaza nuestra existencia común.
Francia debe aprovechar este tema y apoyar nuestras ambiciones en el Consejo Europeo.
La complacencia de las autoridades francesas y europeas hacia las multinacionales ha durado demasiado, y la posición adoptada por el Parlamento Europeo es solo el comienzo. La lucha será larga y difícil. El lobby francés no se equivoca: Medef, Afep (representantes de las grandes empresas) y algunas corporaciones multinacionales están claramente tratando de cortar de raíz este proyecto europeo. Es por la amplia movilización ciudadana, el trabajo de numerosas asociaciones y la tenacidad de unos pocos cargos electos que priorizamos los intereses del pueblo sobre los intereses del dinero. Ahora es el momento de que las multinacionales se recuperen de una vez por todas, con un firme recordatorio de quién está a cargo.
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