Calentamiento Global

¿Qué tan efectivo sería un impuesto al carbono sobre el transporte marítimo?

Con 11.000 millones de toneladas de mercancías comercializadas internacionalmente por vía marítima cada año, el transporte marítimo representa alrededor del 3% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI). Esta cifra es superior a la de la aviación comercial, por ejemplo, que es responsable del 2,6% de las emisiones del planeta. A pesar de ello, el transporte marítimo suele pasarse por alto cuando se considera la neutralidad de carbono general de nuestras sociedades.

Numerosas voces, tanto del Sur como del Norte, piden la introducción de un impuesto sobre el carbono en el transporte marítimo, un sector que actualmente está exento del Protocolo de Kioto y, por tanto, no está sujeto a impuestos. Este impuesto se alinearía con el objetivo de establecer un precio global uniforme del carbono y se basaría en el principio de que “quien contamina paga”, según el cual el coste lo soportan aquellos cuyo comportamiento genera emisiones. Sería, por tanto, justo, ya que generaría ingresos que podrían utilizarse para financiar políticas de adaptación y mitigación del cambio climático, modificando al mismo tiempo los comportamientos y reduciendo las emisiones.

Como investigadores económicos, examinamos si estos múltiples objetivos podrían lograrse simultáneamente. Calculamos que si bien un impuesto de 40 dólares por tonelada de CO2 Aunque el impuesto podría generar hasta 60.000 millones de dólares en ingresos, sólo reduciría las emisiones del transporte marítimo en un 1,75%, muy por debajo de las ambiciones de reducción anunciadas por la Organización Marítima Internacional (OMI). La otra cara de la moneda es que el impuesto tendría un coste económico de 166.000 millones de dólares, debido al aumento de los costes de transporte y a la reducción del poder adquisitivo de los consumidores. Además, afectaría más a los países pobres que a los ricos. Veamos más de cerca por qué.

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Simulaciones que cuestionan la lógica de gravar el transporte marítimo

Utilizando datos de comercio internacional, simulamos los ingresos fiscales y los efectos a corto plazo de la implementación de un impuesto al carbono de US$40 por tonelada de CO2 El estudio, que se publica en la revista Climate Change, analiza las emisiones de los buques de 185 países (40 dólares por tonelada se encuentra en el extremo inferior del rango de objetivos establecidos por los expertos, lo que corresponde a un aumento de alrededor del 30% en el precio del fueloil pesado sobre la base de los precios de 2018). Nuestro estudio identifica varios puntos a considerar. Cuestiona tanto el doble dividendo que se propone regularmente para los impuestos ambientales, que se supone que reducen las emisiones al tiempo que financian la transición, como el discurso de que quien contamina paga, que presentaría el impuesto al transporte marítimo como un impuesto justo.

Se estima que los ingresos fiscales generados por este impuesto hipotético oscilarían entre 19.600 y 59.500 millones de dólares, lo que supondría un coste económico o una pérdida presupuestaria de 166.000 millones de dólares a nivel mundial. Por tanto, la relación coste/ingreso es elevada. En otras palabras, si el único objetivo es movilizar recursos financieros, este impuesto probablemente no sea la solución más eficaz.

Además, el impacto del impuesto en la reducción de las emisiones de carbono del transporte marítimo no alcanza las ambiciones declaradas de la OMI para reducir las emisiones de GEI del sector marítimo. Calculamos que la distancia media recorrida en el mar por cada dólar de carga se reduciría en un 2,59% con el impuesto, lo que daría como resultado una disminución de las emisiones del transporte marítimo de aproximadamente el 1,75%. Si se considera la reorientación de ciertos flujos comerciales hacia modos de transporte con mayor intensidad de carbono, como el transporte por carretera o aéreo, el efecto general del impuesto sobre las emisiones de carbono del comercio se vuelve aún más modesto, oscilando entre el -0,72% y el +0,12%.

Además, la introducción de un impuesto al carbono marítimo afectaría desproporcionadamente a los consumidores de los países más pobres en comparación con los de los más ricos. Los países que están alejados de los mercados mundiales y que dependen en gran medida del transporte marítimo para el comercio serían los más afectados. Los países más pobres también se ven perjudicados por el tipo de bienes que suelen comercializar, que suelen ser voluminosos y de bajo valor. Los pequeños Estados insulares en desarrollo, como las Comoras y Haití, así como los países vulnerables como Gambia y Guinea Bissau, estarían entre los más afectados. Por lo tanto, el impuesto sería muy inequitativo, y esto debe tenerse en cuenta al asignar los ingresos generados por él.

Impacto del impuesto al carbono en el bienestar por país en función del PIB per cápita


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Otros estudios que utilizan metodologías alternativas para estimar el efecto de un impuesto sobre el transporte marítimo confirman su efecto desproporcionado en los países más pobres.

Estos resultados, que se refieren tanto a la reducción de las emisiones de carbono del transporte marítimo como al impacto económico en los países pobres, subrayan la importancia de aclarar los objetivos que pretendemos alcanzar con la introducción de un impuesto al carbono sobre el transporte marítimo. Este impuesto no puede considerarse una solución milagrosa para descarbonizar el sector y financiar la transición energética. Sus ventajas y desventajas deben sopesarse cuidadosamente frente a las de otros impuestos internacionales que se están considerando actualmente, como un impuesto al carbono sobre la aviación civil, un impuesto sobre las transacciones financieras o un impuesto sobre los ultrarricos. Este análisis comparativo ayudará a identificar los instrumentos fiscales más justos, menos costosos, más incentivadores o que generan los mayores ingresos.

¿Cómo podemos apoyar la fijación de precios del carbono en este sector?

La introducción de un precio global del carbono, aplicable a todos los sectores y partes interesadas, se ha identificado como un elemento crucial en la lucha contra el cambio climático. Por lo tanto, la implementación de un impuesto al carbono sobre el transporte marítimo debería ir acompañada de un impuesto al carbono sobre el transporte aéreo, para evitar que los flujos comerciales se desplacen hacia este modo de transporte con una intensidad de carbono significativamente mayor.

Además, la introducción de mecanismos de compensación para los países pobres y vulnerables, en particular los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo, se alinea con un objetivo de equidad, dado el impacto desproporcionado del impuesto en esos países.

Por último, parece claro que alcanzar el objetivo de la OMI de cero emisiones de GEI para 2050 requerirá que la fijación de precios del carbono vaya acompañada de mecanismos más directamente vinculantes que fomenten una revolución tecnológica en el sector.

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