La sidra artesanal es sorprendentemente buena para el medio ambiente
Parece que el vinagre de sidra de manzana está de moda. En las redes sociales, la gente dice que lo bebe para perder peso y mejorar su salud, aunque no todos están de acuerdo con sus supuestos beneficios.
Pero ¿qué pasa con la versión menos ácida, más sabrosa y alcohólica del jugo de manzana? La sidra también se ha vuelto a poner de moda en los últimos años, sobre todo gracias a costosas campañas de marketing y extensas relaciones públicas.
Sin embargo, hay un lado más lento y suave en la elaboración y el consumo de sidra, que vale la pena explorar, no solo por el sabor, sino por su impacto social y ambiental.
Mi investigación muestra que la sidra artesanal tradicional de jugo entero (elaborada a partir de todo el jugo de manzanas frescas prensadas en lugar de concentrados) es un producto que personifica la idea de una “economía circular”, una forma de producir cosas que restaura y regenera recursos.
Las economías circulares, ya sea en el sector de la moda, el mobiliario o la alimentación, aportan ventajas ecológicas, sociales y económicas a lo largo de toda la cadena de producción. A diferencia de la economía lineal tradicional, que adopta un enfoque más descartable, las economías circulares priorizan la reducción de residuos y el desarrollo sostenible.
Y la sidra artesanal de pequeña escala, con su enfoque en el principio de permanecer local, encapsula todos estos elementos.
Las manzanas suelen obtenerse localmente gracias a donaciones de cualquier persona que cultive manzanas, ya sea en un jardín trasero o en un huerto antiguo. Una vez que se recolectan las manzanas, el equipo que se utiliza para prensar la fruta se puede construir fácilmente o pedir prestado.
La sidra resultante se suele vender (o regalar a los donantes de manzanas) y se disfruta cerca del lugar donde se produjo (las cantidades involucradas son tan pequeñas, a veces solo unos pocos miles de litros, que transportarla más lejos no sería económicamente viable). Y el producto de desecho primario, llamado orujo, se puede utilizar como fertilizante, tal vez para hacer crecer nuevos manzanos.
En esencia, una pequeña sidrería artesanal es una empresa circular por naturaleza.
Además de los consumidores de sidra, hay muchos otros que se benefician de estas pequeñas empresas. La empresa Ross-on-Wye Cider and Perry, en Herefordshire, por ejemplo, tiene como objetivo preservar las tradiciones locales y las variedades de manzana como parte de su misión. Mientras tanto, Wasted Apple, en Cornwall, trabaja con grupos de conservación de las abejas para mejorar los ecosistemas locales y el medio ambiente natural.
Incluso el acto de recoger y limpiar las manzanas caídas evita que atraigan ratas o se pudran en el suelo. Y los productores de sidra artesanal suelen recibir con agrado a voluntarios que disfrutan de colaborar y pasar tiempo al aire libre con sus familias.
También existen fuertes vínculos entre las sidrerías, lo que hace que la “simbiosis industrial” (colaboración entre empresas) sea otra característica clave del sector. Esto puede implicar compartir canales de comercialización y otras áreas de especialización, mientras que las sidrerías establecidas apoyan a las nuevas, promoviendo la cohesión comunitaria y el crecimiento empresarial local.
La brillante vida de la sidra
Fue Mark Rudge, el fundador de Wasted Apple, quien me introdujo en este mundo hace seis años. Desde entonces, me he sumergido en la sidra artesanal, recopilando datos, haciendo voluntariado y entrevistando a las personas involucradas.
Mis alumnos ayudaron con la investigación, acompañándome en visitas a sidrerías y participando en la cosecha de manzanas. Y el motivo principal por el que los traje conmigo fue mostrarles cómo las economías circulares generan valor ecológico, social y económico.
Al fomentar la cohesión comunitaria, preservar las tradiciones y promover la sostenibilidad, los productores de sidra artesanales tradicionales crean un impacto positivo que resuena en sus comunidades locales.
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De los casi 500 productores de sidra que hay en el Reino Unido, el 80 % son sidrerías artesanales a pequeña escala. Si vives o estás cerca de una, te recomiendo que la visites, y no solo por la sidra en sí (bebe con responsabilidad).
Estas pequeñas empresas rurales ofrecen una visión fascinante de cómo las economías circulares crean valor social y demuestran prácticas agrícolas sostenibles. Producen pequeñas cantidades de un producto de alta calidad que bien vale la pena incluir en su bebida de verano, no solo por su delicioso sabor, sino también por su impacto social y ambiental positivo.