Qué pueden hacer los diseñadores para que los textiles sean más saludables para las personas y el planeta
La contaminación que provoca la industria textil es un tema de debate, pero se hace menos hincapié en su impacto sobre la salud. Sin embargo, los compuestos petroquímicos que se utilizan en la fabricación de nuestras prendas tienen efectos nocivos sobre los trabajadores, las comunidades aledañas y los consumidores. Se trata de un problema de impacto global, pero su evaluación es compleja debido a nuestra baja exposición crónica a un “cóctel” de sustancias sintéticas cuyas relaciones de causa y efecto son difíciles de identificar.
Además, la mayoría de estas sustancias resultan tóxicas por interacción o degradación, como es el caso de los colorantes azoicos, que son omnipresentes y persistentes en el medio ambiente.
A través de mi investigación en diseño textil sustentable, exploro cómo el diseño puede contribuir a hacer que la industria textil sea más amigable con el medio ambiente, enfocándome en aumentar la conciencia ecológica entre los diseñadores, los tomadores de decisiones y el público en general.
(Vanessa Mardirossian), Proporcionado por el autor
Soluciones basadas en el diseño
En la década de 1960, el diseñador Victor Papanek fue el primero en abordar cuestiones medioambientales relacionadas con el diseño de productos industriales. Mientras tanto, la bióloga Rachel Carson inició el surgimiento de la conciencia ecológica, arrojando luz sobre el profundo impacto de la actividad humana sobre el medio ambiente.
En la década de 1990, la química verde facilitó la colaboración entre el diseño y la biología para desarrollar textiles ecológicos. En consonancia con los Principios de Hannover, estos textiles tenían como objetivo mejorar la gestión de los residuos y preservar la pureza del agua. Con la intención de armonizar la interdependencia entre la actividad humana y el mundo natural eliminando los insumos tóxicos en su origen, estos principios también dieron lugar a la filosofía de ecodiseño “Cradle to Cradle” que popularizó el concepto de diseño circular a principios de la década de 2000.
Un enfoque inspirado en la naturaleza
La humanidad siempre se ha inspirado en la naturaleza para crear.
Sin embargo, a finales del siglo XX, la bióloga Janine Benyus nos invitó a observar los mecanismos de funcionamiento de los organismos vivos, fomentando una reevaluación de los procesos de fabricación a través de la biomimética, un concepto que se inspira en los diseños y procesos de la naturaleza para crear tecnologías más sostenibles.
¿Podríamos, por ejemplo, producir tintes a temperatura ambiente y sin moléculas tóxicas? Este planteamiento conduce a una reflexión compartida entre el diseño, la ciencia y la ingeniería. Esta visión multidisciplinar del diseño, en la que la ecología, la medicina y la política juegan un papel en el proceso de diseño para satisfacer mejor las necesidades de la sociedad, ya fue defendida por Papanek en 1969.
(Diagrama tomado de la obra de Victor Papanek)
Desarrollar la alfabetización ecológica
En 1990, el educador David Orr introdujo el concepto de ecoalfabetización para abordar una importante brecha en la educación tradicional, centrada en los seres humanos e ignorando su interconexión con la naturaleza. Abogó por una educación ambiental para desarrollar un sentido de pertenencia al entorno en el que se vive y establecer modelos de producción que promuevan la resiliencia de los ecosistemas. Este concepto ayuda a comprender las intrincadas conexiones entre las actividades humanas y los sistemas ecológicos, a fomentar un sentido de responsabilidad y una toma de decisiones informada.
En la década de 2000, la investigadora de diseño de moda Kate Fletcher apoyó el desarrollo de esta alfabetización ecológica para ayudar a las partes interesadas de la industria (diseñadores, consumidores y fabricantes) a comprender la interconexión implícita de los sistemas industriales y vivos, demostrando que la moda mantiene una relación vital con la naturaleza.
Luego, en 2018, la investigadora en diseño sustentable Joanna Boehnert enfatizó que la alfabetización ecológica no solo promueve el desarrollo de formas nuevas y más sustentables de producir, sino que también amplía nuestra visión social, política y económica para abordar sistémicamente los desafíos transdisciplinarios de la sustentabilidad.
Esto también lo apoya el biólogo Emmanuel Delannoy, quien propone un modelo de permaeconomía, que combina la permacultura y la economía para establecer una relación simbiótica entre los sistemas económicos y el medio ambiente natural, fomentando la resiliencia e impulsando una reevaluación de nuestra conexión con los organismos vivos.
Un patrimonio colorido por redescubrir
Mi investigación-creación propone una reflexión crítica sobre el teñido textil.
Este campo de investigación me lleva a explorar el colorido más allá de su estética para plantear cuestiones ecológicas, económicas y pedagógicas.
Aunque el aspecto glamoroso de la moda oscurece los problemas de salud y socioambientales de la industria textil, dirijo mi pensamiento hacia una comprensión más global del teñido, incluidos sus orígenes, métodos de fabricación e interacciones con organismos vivos.
Exploro el desarrollo de tintes no tóxicos estudiando, por un lado, la literatura sobre tintes naturales desde la prehistoria y, por otro lado, reuniéndome con expertos en el campo como el historiador científico Dominique Cardon o la artesana ecoalfabetizada Rebecca Burgess, fundadora del concepto Fibershed, que tiene como objetivo producir ropa biodegradable en un espacio geográfico limitado.
También estudio prácticas de campo, incluidas las del Laboratorio Textil de Atelier Luma, que trabaja en la intersección de la ecología, los textiles y el desarrollo económico regional.
Además, estoy atento a los programas de educación en diseño que ofrecen un enfoque arte-ciencia donde la ecología profunda se integra en el proceso de diseño.
Simbiosis entre la naturaleza y la industria textil
Además, en el laboratorio de investigación donde trabajo, experimento con la intersección de recetas de teñido tradicionales y prospectivas.
Inspirado en el concepto de ecología industrial (precursora de la economía circular), que valora los residuos de una industria como recursos para otra, utilizo residuos agroalimentarios como fuente de coloración, combinados con el uso de bacterias productoras de pigmentos para ampliar la paleta de colores.
De esta manera, los taninos de diversos materiales de desecho se pueden utilizar en recetas de tintes.
(Vanessa Mardirossian), Proporcionado por el autor
Pero la coloración de un tejido es solo la parte visible del iceberg, ya que la preparación de la fibra se realiza antes para garantizar la resistencia del color a la luz y al lavado, lo que se conoce como “mordiente”. Independientemente de que la fibra sea animal o vegetal, se utilizarán diferentes mordientes.
Esta experiencia adquirida iterativamente entre la teoría, la creación de prototipos y el análisis de resultados contribuye a la adquisición de una “alfabetización ecológica textil”. Esto, unido a un conocimiento de la biología, permite comprender las interacciones nocivas entre el mundo material y el mundo vivo.
En última instancia, la síntesis de los conceptos de ecoalfabetización y biomimética me ha llevado a reflexionar sobre una visión macro del ecosistema de la industria de la moda y a considerar el concepto de “ecoalfabetización textil” como un medio para desplegar una red de colaboraciones intersectoriales entre el diseño, la salud, la educación y la industria.
Mi investigación tiene como objetivo mostrar que la materialidad textil debe armonizar simbióticamente con los ecosistemas naturales para que ambas partes se beneficien de su interacción.
En conclusión, los impactos ambientales y de salud de la industria textil requieren atención urgente y soluciones innovadoras. En este artículo se ha profundizado en el contexto histórico, se han explorado enfoques interdisciplinarios y se ha propuesto el concepto de “ecoalfabetización textil” como un medio colaborativo para abordar estos desafíos.
Al centrarse en el diseño sostenible, la educación y la utilización de prácticas innovadoras, los diseñadores pueden desempeñar un papel fundamental en la transformación de la industria. La síntesis de la conciencia ecológica y los principios de la biomímesis destaca el potencial de una coexistencia armoniosa entre la materialidad textil y los ecosistemas naturales.
A medida que avanzamos, fomentar una relación simbiótica entre la industria textil y el medio ambiente no es solo una elección sino una responsabilidad colectiva, que promete un futuro más saludable tanto para las personas como para el planeta.