He aquí por qué el Océano Austral es una sala de máquinas global
El océano Austral es salvaje y dinámico. Experimenta los vientos más fuertes de la Tierra y las olas más grandes. Es el hogar de icebergs del tamaño de una ciudad y la corriente oceánica más grande del planeta, así como de diminutas corrientes turbulentas que caben dentro de una taza de té.
El océano Austral también es crucial para los sistemas naturales de la Tierra. Forma el agua densa que llena los océanos profundos del mundo. Almacena el calor y el carbono resultantes del calentamiento global provocado por el hombre y controla el flujo de calor hacia la enorme capa de hielo de la Antártida, la mayor amenaza para el aumento descontrolado del nivel del mar a nivel mundial.
La escala y la complejidad del océano Austral pueden resultar difíciles de comprender, pero nuestro nuevo artículo puede resultar de ayuda. En él se resume el estado actual de la comprensión del océano Austral, cómo está cambiando y dónde se encuentran las lagunas de conocimiento.
Los científicos y otras personas viajan periódicamente a los confines más helados del océano Austral, pero es necesario realizar más investigaciones. La comunidad científica y la comunidad en general deben unirse para hacer avanzar la ciencia del océano Austral y proteger este recurso natural vital.
Masas de hielo en peligro
La capa de hielo de la Antártida es la masa de hielo más grande de la Tierra, equivalente a 58 metros del nivel del mar global.
La capa de hielo fluye hacia la superficie del océano Austral en forma de gigantescas plataformas de hielo. Muchas de estas plataformas de hielo están siendo devoradas desde abajo por un océano más cálido, o se están desmoronando y convirtiendo en icebergs a un ritmo más rápido que antes.
Más allá de las plataformas de hielo, millones de kilómetros cuadrados de la superficie del océano Austral están congelados en una capa de hielo marino que actúa como un reflector solar gigante y protege a las plataformas de hielo de las poderosas olas del océano Austral.
Tras décadas de aparente desafío al aumento de las temperaturas, el hielo marino del océano Austral ha disminuido drásticamente en los últimos años, lo que somete a las plataformas de hielo y a la capa de hielo a una presión aún mayor.
Llenando los océanos de la Tierra
Gran parte del hielo marino se produce en pequeñas regiones de aguas abiertas, llamadas “polinias”, formadas por vientos fuertes y fríos que soplan desde la Antártida. Estos vientos enfrían la superficie del océano por debajo del punto de congelación, lo que provoca la formación de hielo.
A medida que se forma el hielo, éste expulsa sal hacia la superficie del océano. Esta sal adicional, además de los efectos de enfriamiento de la atmósfera, hace que el agua del mar de la superficie sea más pesada o más “densa”.
El agua densa se hunde en columnas turbulentas (imagine un volcán al revés) y cae en cascada a través de cañones submarinos hacia las profundidades del océano, mientras se mezcla con las aguas suprayacentes.
La densa masa de agua resultante, que se produce en unas pocas regiones relativamente pequeñas de la Antártida, representa un extraordinario 40% del volumen oceánico global. Finalmente, vuelve a la superficie del océano mediante remolinos turbulentos de escala centimétrica, del tipo que se ve cuando se mezcla la leche con el té.
En las profundidades del océano, esta mezcla es impulsada en gran medida por las mareas oceánicas que golpean el fondo marino rugoso y producen olas internas.
El sistema climático en riesgo
El agua del océano tarda cientos de años en circular desde la superficie del océano Austral hasta las profundidades y viceversa. El agua que vuelve a la superficie hoy en día es como una cápsula del tiempo, que refleja el clima más frío de la época preindustrial cuando se hundió por primera vez en las profundidades del océano.
El agua que se hunde hoy ha absorbido más carbono para almacenarlo en las profundidades del océano, lo que ayuda a limitar el calentamiento global.
Sin embargo, los modelos y las observaciones sugieren que la reducción del hielo marino y de las plataformas de hielo está debilitando este sistema climático crucial. Están haciendo que el agua sea más cálida, menos salada y más flotante, por lo que es menos propensa a hundirse. Esto significa menos almacenamiento de carbono y una atmósfera más cálida en los próximos años.
Tanto que no sabemos
Realizar mediciones en el océano Austral es un enorme desafío debido a su ubicación remota y a las condiciones hostiles. Esto significa que, en muchos casos, los datos son escasos y los científicos no saben exactamente con qué velocidad se producen los cambios.
Nuestro análisis identificó varias áreas como una prioridad clave para futuras investigaciones en el Océano Austral, entre ellas, las observaciones de las temperaturas oceánicas y el derretimiento debajo de las plataformas de hielo, así como las mediciones a largo plazo de la formación de agua densa.
Se necesitan más datos para monitorear los cambios y proporcionar alertas tempranas sobre eventos climáticos significativos, como el colapso de las capas de hielo. También se necesitan más datos para informar y evaluar los modelos informáticos en los que se basan los gobiernos, la industria y la sociedad para predecir el clima futuro.
Lamentablemente, las observaciones oceánicas son caras. Por ejemplo, el principal buque de investigación de Australia, el RV Investigator, cuesta más de 100.000 dólares australianos al día para operar. Y el nuevo satélite SWOT –un proyecto conjunto de la Unión Europea y los Estados Unidos para medir la superficie del océano con una resolución sin precedentes– costó más de 1.000 millones de dólares estadounidenses.
Estos costos también ponen de relieve la necesidad de una mayor colaboración nacional e internacional, que permita aprovechar al máximo los recursos disponibles y promover la innovación tecnológica para desarrollar sistemas de observación más rentables, como drones e instrumentos robóticos a la deriva.
Las prioridades científicas y las decisiones de financiación del gobierno federal deberían reflejar la importancia crucial de la ciencia del Océano Austral.
Actualmente nos encontramos en el Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas, cuyo objetivo es mejorar las predicciones sobre el cambio climático y oceánico. Una mejor comprensión del Océano Austral es vital para este esfuerzo.