Calentamiento Global

Un nuevo estudio revela cuatro barreras críticas para construir ciudades canadienses más saludables

Muchas calles de todo el mundo se están volviendo cada vez más inhóspitas para los niños y los ancianos debido a los problemas de tráfico y de seguridad vial que disuaden a estos grupos de utilizar el transporte activo, como caminar o ir en bicicleta. El énfasis reciente en diseñar ciudades que atiendan al bienestar de las personas de entre ocho y ochenta años no es solo una frase pegadiza, sino un requisito vital para dar cabida a las cambiantes realidades demográficas.

De manera similar, el concepto de la ciudad de 15 minutos ha ganado mucha atención en los últimos años, a pesar de las conspiraciones infundadas que acusan a las autoridades locales de conspirar para limitar a los residentes a un pequeño radio alrededor de sus hogares.

La ciudad de los 15 minutos tiene que ver con la accesibilidad, la eficiencia del tiempo y la ampliación de las opciones para todos, no solo para los más pudientes. Para lograr este objetivo y diseñar espacios más saludables, es necesario comprender en profundidad cómo los entornos urbanos afectan a nuestra salud y bienestar, junto con una mirada realista a las barreras actuales para un diseño urbano más saludable.

Nuestra investigación reciente, realizada con la ayuda de los asistentes de investigación Shanzey Ali y Agnes Fung y la Autoridad de Salud de la Ciudad de Regina y Saskatchewan, y actualmente en espera de revisión por pares, se propuso comprender estas barreras.

Diseñando mejores espacios

Las investigaciones muestran que el trazado de las calles, el acceso a las tiendas de comestibles, la elección de los materiales de construcción en el diseño de las viviendas y la distribución de los servicios públicos desempeñan un papel fundamental a la hora de influir en nuestra salud y bienestar.

Se ha demostrado que los barrios con espacios públicos y comunitarios accesibles y eventos sociales mejoran la salud mental, aumentan la felicidad y ofrecen un sentido de pertenencia y comunidad. Al mismo tiempo, se ha demostrado que las tiendas de comestibles, los huertos comunitarios y los mercados de agricultores de fácil acceso mejoran la salud mental, social y física.

Los contenedores de calabazas se encuentran debajo de un toldo.
Un comerciante instala su puesto de calabazas en un mercado de agricultores de Montreal el 6 de octubre de 2020. Se ha demostrado que el acceso a espacios sociales, como los mercados de agricultores, mejora la salud mental, social y física.
LA PRENSA CANADIENSE/Paul Chiasson

¿Cómo podemos crear entornos construidos que sean más beneficiosos? Aquí es donde entra en juego la planificación urbana, ya que los responsables de las políticas municipales desarrollan e implementan políticas que pueden alterar la estructura, el uso y las regulaciones de los espacios públicos en las ciudades.

La intrincada relación entre la planificación urbana y la salud tiene profundas raíces históricas. El uso temprano de servicios sanitarios y zonificación segregada para controlar los brotes de enfermedades infecciosas en el siglo XIX está bien establecido y estos esfuerzos continúan hasta el día de hoy.

Mientras tanto, organismos globales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las Naciones Unidas (ONU) han defendido la integración de la salud y la equidad en la gobernanza urbana. De hecho, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11 de las Naciones Unidas apunta a lograr ciudades inclusivas, resilientes, seguras y sostenibles. En consecuencia, las ciudades están bien posicionadas para salvaguardar la salud de la población y reducir las desigualdades en materia de salud en un clima cambiante.

Desafíos del día a día

Entonces, ¿por qué no vemos más políticas de diseño urbano centradas en la salud y el bienestar de los residentes? Nuestros hallazgos arrojan luz sobre cuatro cuestiones clave.

1 – Falta de una comprensión compartida de la equidad en salud

Los responsables de las políticas carecían de una comprensión compartida de la salud y la equidad, lo que pone de relieve la complejidad de abordar las desigualdades en materia de salud e implementar políticas eficaces. Si bien se reconoció ampliamente la importancia de la salud física y mental, existe una brecha evidente en el reconocimiento de la dimensión social de la salud.



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Los responsables de las políticas a menudo tuvieron dificultades para encontrar un punto de acuerdo sobre lo que constituye la salud y la equidad, lo que obstaculizó la adopción de medidas significativas. Como señaló un responsable de políticas: “No creo que nuestras normas (de diseño) se hayan analizado nunca realmente desde esa perspectiva de la salud”.

2 – La evidencia suele ser inaccesible

Si bien los responsables de las políticas reconocieron que la evidencia (los datos) es un elemento fundamental para la formulación de políticas, explicaron que existen importantes barreras para acceder a ella. Los obstáculos administrativos, como la falta de coordinación entre los gobiernos provinciales y municipales y dentro de ellos, pueden impedir el acceso a datos cruciales necesarios para la formulación de políticas.

Las barreras financieras, como los muros de pago, pueden bloquear el acceso a los estudios científicos. Mientras tanto, las barreras técnicas (incluido el uso de jerga y lenguaje excesivamente técnico por parte de la comunidad académica) pueden interferir con la accesibilidad a la literatura académica.

Al fondo se ve un gran edificio y en primer plano un campo y parterres de flores.
La Asamblea Legislativa de Saskatchewan en la ciudad de Regina, Saskatchewan. La falta de comunicación intergubernamental e intragubernamental puede inhibir el libre acceso a evidencia y datos vitales en los gobiernos provinciales y municipales.
(Shutterstock)

Como dijo un responsable de políticas: “Se utiliza mucho conocimiento académico y mucha terminología, y puede resultar abrumador, y nadie quiere salir de una sala y sentirse estúpido”. Como resultado, a veces los actores municipales tampoco comprenden bien el mejor enfoque, lo que crea una mayor necesidad de traducción del conocimiento y de investigación accesible.

3 – Las estructuras gubernamentales están fragmentadas

Otro obstáculo es la fragmentación de la estructura de gobierno, caracterizada por la compartimentación. Esta falta de coordinación entre las distintas ramas y divisiones de un municipio puede hacer que se pierdan oportunidades de colaboración. Las diferencias en el uso de la terminología pueden exacerbar el problema, causando confusión y obstaculizando el trabajo intersectorial.

Los conflictos entre los objetivos de las distintas divisiones, como los que se dan entre los planificadores de transporte activo y los ingenieros de tráfico, ponen de relieve los desafíos que plantea una gobernanza compartimentada. Como señaló un responsable de políticas: “Parecen haber muchas políticas que hemos puesto en marcha que favorecen mucho el movimiento de vehículos por encima del de peatones y ciclistas”.



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Para complicar aún más la situación, en Canadá los gobiernos locales tienen poderes legales limitados. Considerados “criaturas de la provincia”, los municipios solo pueden ejercer poderes que les delegan los gobiernos provinciales, lo que significa que, en teoría, los poderes municipales pueden modificarse o revocarse a voluntad.

La ambigüedad en torno a las funciones y responsabilidades de los municipios en comparación con el gobierno provincial genera tensión y genera costos, ya que los municipios lidian con desacuerdos sobre a qué jurisdicción pertenecen determinadas cuestiones. En la mayoría de los casos, esto da como resultado decisiones de financiación que afectan el diseño urbano saludable.

4 – Las ideologías políticas se interponen en el camino

Más allá de los desafíos burocráticos, las diferentes ideologías políticas representan una barrera formidable.

Una autopista elevada con largas colas de tráfico.
La autopista Gardiner Expressway, en Toronto, Ontario, con mucho tráfico. Los costes para la sociedad de conducir pueden ser hasta 900 veces superiores a los de recorrer una distancia equivalente en bicicleta o caminando.
LA PRENSA CANADIENSE/Andrew Lahodynskyj

La integración de la salud en el diseño urbano se basa en la idea del colectivismo, que apunta a maximizar los beneficios para la comunidad en su conjunto. Si bien la preferencia actual por las carreteras centradas en el automóvil en la mayoría de las áreas refleja un individualismo libertario que está en desacuerdo con los ideales colectivos en el diseño urbano.

Este desequilibrio es especialmente llamativo si tenemos en cuenta los costes considerablemente más elevados que supone para la sociedad conducir en comparación con caminar o ir en bicicleta.

Los responsables de las políticas señalaron que estas ideologías políticas permean la percepción pública, lo que genera resistencia a las políticas que se perciben como violatorias de las libertades individuales, mientras que las políticas que benefician sólo a una minoría enfrentan oposición si implican desventajas personales.

Descubrimos que este problema se ejemplificaba en una feroz resistencia a las propuestas de condiciones más seguras para las trabajadoras sexuales por parte de aquellos que querían que permanecieran en zonas fuera de la vista.

Superar estas barreras

El camino hacia la creación de ciudades más saludables y equitativas está plagado de desafíos. Desde la falta de entendimiento compartido hasta la evidencia inaccesible, la gobernanza fragmentada y las limitaciones legales de los municipios y las diferentes ideologías políticas, las barreras son multifacéticas. Sin embargo, comprender estos desafíos es el primer paso hacia un cambio significativo.

Al fomentar la colaboración, reestructurar la gobernanza, empoderar a los gobiernos locales y promover una mentalidad colectiva, podemos allanar el camino para una integración más efectiva de la salud en las políticas urbanas que realmente apoyen el bienestar de las comunidades en general.

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