Los consultores 'invisibles' ayudan a las empresas a redactar informes de sostenibilidad. He aquí por qué eso es un problema
En todo el mundo, cada vez más empresas publican informes de sostenibilidad: cuadros de mando públicos que detallan sus impactos en la sociedad y el medio ambiente.
Los informes ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) describen los efectos positivos y negativos de las actividades de una empresa y las medidas que están tomando en respuesta.
Las empresas publican estos informes como sus propios documentos. Pero a menudo, los consultores contratados externamente desempeñan un papel invisible a la hora de recopilar datos y enmarcarlos en una narrativa positiva que el público encontrará fácil de digerir.
Y muchos reguladores de todo el mundo todavía no exigen que estos informes sean evaluados de forma independiente («garantía externa»). Como resultado, pueden permitir que las empresas se “laven de verde”.
Esto podría lograrse divulgando únicamente información que haga que una empresa parezca “sostenible” ante el público. O informando únicamente sobre las categorías que las presentan de manera positiva y excluyendo las menos halagadoras.
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Los problemas inherentes a este proceso crean un punto ciego para la sociedad. Necesitamos urgentemente arrojar luz sobre la participación invisible de los consultores en los informes de sostenibilidad.
El negocio de pulir los 'hechos'
Cada vez es más obligatorio para las grandes empresas que cotizan en bolsa revelar su desempeño social y ambiental, particularmente en Europa y la región de Asia y el Pacífico.
En Australia, este tipo de informes es voluntario, pero está muy extendido. Hasta el 98% de las principales empresas australianas publicaron informes de sostenibilidad el año pasado. Las empresas consultoras han ampliado rápidamente sus líneas de servicios existentes para aprovechar esta creciente oportunidad de mercado.
Las consultorías legitiman su experiencia ofreciendo a las empresas una variedad de marcos y discursos. Estos transmiten los beneficios de implementar medidas de sostenibilidad y muestran cómo podrían aumentar la rentabilidad.
Pero el uso de las empresas ha generado fuertes críticas.
Un argumento es que las empresas consultoras en realidad socavan sus propios servicios de sostenibilidad al continuar trabajando para grandes empresas en industrias contaminantes, como el sector del petróleo y el gas.
Otra es que las contribuciones de las empresas consultoras a la sostenibilidad son en gran medida superficiales. Es demasiado fácil para las empresas contratarlos simplemente para marcar casillas, tal vez para cumplir con ciertos estándares o marcos globales de mala fe, o crear la impresión de que son empresas responsables en otros aspectos.
Problemas con el proceso.
Basándonos en la experiencia previa del autor principal como profesional de informes de sostenibilidad en Indonesia, quisimos analizar más de cerca estas críticas.
Para examinar la cuestión adecuadamente, debemos reconocer que puede surgir un desequilibrio de poder entre los consultores externos y las empresas que los contratan cuando los informes de sostenibilidad se tratan como un fin en sí mismos o como “proyectos con plazos determinados”.
Esta actitud contrasta marcadamente con la estrategia continua de medición y divulgación que se requiere para crear un cambio significativo en una empresa.
En primer lugar, con una visión tan estrecha de la presentación de informes, los consultores son tratados simplemente como proveedores de servicios: se les contrata para completar un informe dentro de un plazo determinado. Pero esto limita su exposición a las operaciones generales de una empresa. Los consultores tienen que confiar en la información que les pasan los empleados, o distribuyen formularios genéricos y demasiado simplificados para que los miembros de la organización los completen rápidamente.
Con quién pueden hablar para recopilar esta información también depende completamente del capricho de su cliente. Bajo estas limitaciones y plazos ajustados, les resulta difícil realizar análisis de datos significativos.
En segundo lugar, en la práctica, “informar” a menudo significa en realidad “seleccionar qué información se presentará y qué no se presentará al público”.
Puede parecer que utilizar consultores externos para preparar un informe ofrecería una perspectiva imparcial o independiente. Pero los informes son examinados minuciosamente por la dirección de la empresa, quienes en última instancia toman la decisión final sobre qué incluir.
Y en tercer lugar, la presión para cumplir con ciertas regulaciones y estándares puede hacer que las empresas sean miopes. Los consultores tienen la tarea de garantizar que una empresa «cumple los requisitos» y cumple con sus requisitos de presentación de informes. Pero si este es el incentivo principal, la información presentada puede ser superficial y carecer de contexto.
Es necesario un análisis contextual más profundo para describir lo que hay detrás de las cifras brutas, incluidos los desafíos de una empresa, los objetivos de mejora y el camino a seguir.
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¿Qué necesita cambiar?
Los consultores aún pueden desempeñar un papel clave en el cambio global hacia la presentación de informes ESG. Pero el enfoque de la industria necesita cambiar.
Por un lado, los informes de sostenibilidad cubren una amplia gama de temas ESG, desde el clima hasta la inclusión social. Es imposible que un solo consultor pueda abordarlos todos simultáneamente. Las empresas deben asegurarse de que haya una gama diversa de expertos en los equipos que contratan.
Más países también podrían aprobar leyes que exijan una “garantía externa”: verificación cruzada independiente y estandarizada de los informes de sostenibilidad de las empresas.
Mientras tanto, las empresas y los consultores deben volver al principio subyacente de los informes de sostenibilidad: no se trata sólo de producir material de marketing. Ante una crisis global muy real, es una forma clave de medir los impactos, riesgos y desafíos de hacer negocios y presentar el plan de acción de una empresa para abordarlos.
Es importante ser escéptico cuando la información contenida en un informe de sostenibilidad sólo muestra un buen desempeño. Nadie es perfecto. Tampoco lo es ningún negocio.
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