Las iniciativas de jardines universitarios pueden ayudar a hacer crecer la próxima generación de agentes de cambio ambiental
La crisis climática ya no es un problema del futuro, sino que ahora está generando impactos devastadores en el mundo real aquí en Canadá y en todo el mundo.
Para muchos canadienses, uno de los impactos climáticos más visibles está en la disponibilidad y el costo de los alimentos que comemos, ya que el cambio climático, las crisis globales y las empresas alimentarias con fines de lucro se han combinado para impulsar la inseguridad alimentaria. El sector agrícola es al mismo tiempo un importante contribuyente a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de Canadá y, en sí mismo, muy vulnerable al cambio climático.
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En medio de esta crisis, los estudiantes están sembrando semillas de cambio en los campus universitarios de todo el país.
Aprendizaje y acción transformadores
Las iniciativas alimentarias dirigidas por estudiantes, como huertos universitarios, proyectos de desvío de desperdicios de alimentos y asociaciones comunitarias de seguridad alimentaria, están en aumento y son una forma comprobada de localizar la acción climática y transformar los sistemas alimentarios.
Dada la enorme escala y complejidad de las crisis climática y de seguridad alimentaria, puede resultar tentador dudar del impacto que pueden tener estas iniciativas universitarias de pequeña escala. Los investigadores incluso han criticado los huertos estudiantiles por afianzar una comprensión superficial y despolitizada del sistema alimentario entre los participantes. Después de todo, las emisiones de GEI ahorradas al cultivar hortalizas en un huerto o al establecer un programa de abono son minúsculas en comparación con los muchos cientos de millones de toneladas de emisiones atribuidas a las corporaciones.
Si bien es posible que las iniciativas dirigidas por estudiantes no resuelvan directamente las crisis que enfrentamos, descubrimos que pueden transformar la mentalidad de los estudiantes y desarrollar sus habilidades y confianza como agentes de cambio a mayor escala. Nuestra investigación con estudiantes de la Universidad McGill que participan en iniciativas comunitarias y universitarias dirigidas por estudiantes muestra cómo estas actividades pueden respaldar oportunidades transformadoras para aprender sobre la seguridad alimentaria y el cambio climático y actuar al respecto.
Los estudiantes han informado durante mucho tiempo que la educación sobre cuestiones alimentarias y ambientales como el cambio climático se siente abstracta y desalentadora dentro de los confines de las paredes del aula.
La falta de participación en el mundo real dificulta que los estudiantes discernan cómo y dónde pueden contribuir a la construcción de soluciones. Las iniciativas alimentarias dirigidas por estudiantes son una forma en que los estudiantes se involucran con estos temas a través del aprendizaje experiencial.
Nuestros hallazgos
Descubrimos que las iniciativas que solo se centran en los aspectos técnicos o científicos de la seguridad alimentaria y el cambio climático tienen un impacto educativo limitado en los estudiantes participantes. Más bien, la construcción de una comprensión crítica y transformadora de los sistemas alimentarios en los estudiantes parece depender de algunas prácticas clave que abordan algunas, pero no todas, las iniciativas dirigidas por estudiantes.
1 – Aprender y actuar más allá del aula
A través del aprendizaje práctico, los estudiantes obtienen oportunidades de “aprender haciendo”, ya sea a través de actividades extracurriculares o basadas en cursos. Este enfoque es especialmente eficaz cuando la educación trasciende los límites del campus a través de asociaciones con comunidades locales y organizaciones comunitarias.
Cuando se vieron inmersos en experiencias prácticas y colaborativas con las comunidades, los estudiantes demostraron nuevas capacidades para actuar colectivamente en pequeñas formas en cuestiones de gran escala. Conectarse con socios en huertos escolares y comunitarios, por ejemplo, permitió a los estudiantes abordar cuestiones complejas en escalas tangibles y fomentar una comprensión más profunda de los desafíos que tenían entre manos.
2 – Centrar la equidad y la justicia
Basándonos en nuestros conocimientos sobre el aprendizaje en colaboraciones prácticas, descubrimos que trabajar con socios orientados a la equidad y la justicia profundizó aún más la participación de los estudiantes. Por ejemplo, la colaboración con los bancos de alimentos locales instó a los estudiantes a observar, interactuar y reflexionar sobre la inseguridad alimentaria y la injusticia de la comunidad, que de otro modo no encontrarían dentro de los límites del campus.
Este compromiso directo con las realidades de los sistemas alimentarios fomentó una comprensión más compleja, holística y crítica de las cuestiones relacionadas con los sistemas alimentarios entre los participantes. También inspiró esperanza y confianza entre los estudiantes, motivándolos a emprender nuevas acciones.
3 – Interactuar con compañeros más allá de las fronteras
Nuestra investigación encontró que las iniciativas dirigidas por estudiantes actúan como espacios importantes para el compromiso social y el aprendizaje entre estudiantes, creando oportunidades para un diálogo significativo entre disciplinas académicas. Los vínculos sociales también fueron importantes para motivar y fortalecer la acción colectiva entre los estudiantes, lo que a menudo evocaba sentimientos de esperanza. Estos sentimientos contrastan marcadamente con la desesperación y el desaliento reportados por los estudiantes expuestos a una educación ambiental convencional “pesimista”.
Por ejemplo, al desarrollar un taller para un banco de alimentos local que relacionó el compostaje en el jardín comunitario con el cambio climático, los estudiantes de educación y medio ambiente intercambiaron nuevos conocimientos sobre las conexiones entre el clima, los alimentos y los sistemas educativos.
Apoyando el aprendizaje de los estudiantes
Dado que se prevé que los impactos del cambio climático aumentarán en los próximos años, las instituciones educativas necesitan urgentemente dar un paso a la altura y el alcance del desafío.
Nuestros hallazgos muestran cómo invertir en oportunidades de aprendizaje prácticas, orientadas a la justicia y que trascienden fronteras ayuda a impulsar el aprendizaje transformador y puede nutrir a los estudiantes como la próxima generación de agentes de cambio. Las universidades pueden hacer esto apoyando iniciativas dirigidas por estudiantes mediante la asignación de fondos, espacio o tutoría para estos esfuerzos, o ampliando el aprendizaje experiencial dentro de los cursos y programas académicos.
Fortalecer las alianzas entre la universidad y la comunidad, particularmente con organizaciones que trabajan para promover la justicia climática, social y alimentaria, es fundamental para ambos tipos de inversión.