Financiación de la transición a cero neto: así es como la UE aconsejará a los inversores dónde poner su dinero
Antes de la cumbre climática COP27 del próximo mes, se nos ha dado un claro recordatorio de la longitud que aún se requiere para abordar el cambio climático. Un nuevo informe estima que se necesitarán inversiones de US $ 1 billón (£ 904 mil millones) al año en energía renovable para 2030 para evitar los efectos del cambio climático. El aumento de la inversión pública y privada será crucial para financiar esta transición.
Sin embargo, dirigir la inversión hacia donde pueda tener el impacto más decisivo representa un desafío. El “lavado verde”, en el que las organizaciones exageran sus credenciales medioambientales, está muy extendido e impide el flujo de inversión hacia proyectos verdaderamente sostenibles. Una forma de abordar este problema es clasificar las actividades en términos de cuán sostenibles son, produciendo algo llamado “taxonomía” de actividades sostenibles.
Programada para convertirse en ley en 2023, la Taxonomía de la UE para actividades sostenibles es un ejemplo reciente de esto. Integrado en muchas regulaciones, mecanismos de financiación y esquemas de subsidio diferentes, está diseñado para dirigir la inversión en línea con el Acuerdo Verde Europeo, la estrategia de la UE para lograr la neutralidad de carbono para 2050.
Pero la taxonomía de la UE ha atraído críticas, entre ellas que muchas de sus decisiones son subjetivas y atraen un intenso cabildeo político. Las decisiones de clasificar el gas y la energía nuclear como inversiones respetuosas con el clima, por ejemplo, han enfurecido a los grupos ambientalistas y pueden estar sujetas a un desafío legal. A medida que el Reino Unido considera desarrollar su propia taxonomía verde, existe la preocupación de que sufra problemas similares.
Hacer que las actividades verdes sean visibles para los inversores
La taxonomía clasifica qué actividades pueden comercializarse como inversiones sostenibles y proporciona una definición estándar en toda la UE. En lugar de tener que evaluar qué es sostenible desde cero, los inversores pueden simplemente consultar la taxonomía.
Para ser considerada sostenible, una actividad económica debe contribuir a varios objetivos climáticos. Estos van desde la mitigación del cambio climático hasta el uso sostenible de los recursos naturales y la restauración de la biodiversidad e incluyen el transporte y la forestación con cero emisiones. Existe un amplio consenso sobre la mayoría de las actividades clasificadas como sostenibles.
Si una actividad no está en la lista, entonces se clasifica como insostenible y su acceso a la inversión es limitado. La generación de energía a base de carbón intensiva en carbono es una de esas actividades. La eliminación gradual de la generación de carbón reducirá la demanda, con mayores impactos en la inversión en minas e infraestructura relacionada con el carbón.
Esto tendrá implicaciones sociales y económicas para las economías dependientes del carbón, como Polonia. En 2019, la industria del carbón polaca generó 84 000 puestos de trabajo, todos los cuales podrían estar en peligro.
Algunas decisiones son contenciosas
Aquí es donde radica el principal inconveniente de la taxonomía. El poder de cualquier lista para hacer o deshacer una industria como la del carbón en Polonia significa que su construcción será ferozmente cuestionada y ciertas decisiones implicarán subjetividad. Esto es particularmente cierto cuando los criterios pueden tener un impacto profundo en el crecimiento futuro de un país.
La agricultura fue inicialmente excluida de la taxonomía. La decisión fue impulsada por el temor de que su inclusión entraría en conflicto con la Política Agrícola Común de la UE y limitaría el acceso de los agricultores a los subsidios. El riesgo de interrumpir subsidios por valor de 58 000 millones de euros (50 900 millones de libras esterlinas) y dañar la seguridad alimentaria de la UE se consideró demasiado alto.
Esto se ha reconsiderado posteriormente, lo que refleja la posibilidad de que prácticas específicas de producción de animales y cultivos puedan hacer contribuciones sustanciales a la biodiversidad. La producción de cultivos a menudo se basa en procesos naturales como la polinización, mientras que el cambio a la producción de cultivos causará menos emisiones de gases de efecto invernadero que la ganadería. En el futuro, varias prácticas agrícolas pueden incluirse en la taxonomía.
Si bien la construcción de la taxonomía de la UE fue un proceso largo y cuidadosamente orquestado, también estuvo sujeta a un intenso cabildeo político.
A pesar de las preocupaciones no resueltas con respecto a la eliminación de los desechos radiactivos, los cabilderos a favor de la energía nuclear lucharon arduamente para lograr que la generación de energía nuclear se clasificara como «verde». La inclusión de la energía nuclear fue objeto de una serie detallada de estudios técnicos.
Algunos países dicen que las inversiones en gas son necesarias para la transición hacia combustibles más limpios. Bajo ciertas condiciones, el gas natural ahora puede incluirse como una actividad sostenible. Esto permitirá la construcción de nuevas plantas de gas natural, obligando a los países a generar energía con alto contenido de carbono.
En muchos casos, las taxonomías construidas políticamente pueden mantener la injusticia ambiental en lugar de resolverla.
Lecciones para el Reino Unido
Tras el Brexit, el Reino Unido está considerando desarrollar su propia taxonomía sostenible en línea con sus objetivos de crecimiento. Pero se ha expresado la preocupación de que cualquier taxonomía en el Reino Unido se construya para satisfacer el cortoplacismo político. Esto podría desviar la inversión hacia actividades ambientalmente destructivas.
Los recientes anuncios de políticas, como la revocación de la prohibición de 2019 sobre el fracking y el aumento de la producción de petróleo y gas, sugieren que esta es una posibilidad real. Bajo un nuevo líder en Liz Truss, el gobierno del Reino Unido ya ha anunciado planes para otorgar más de 100 licencias de exploración de petróleo y gas en el Mar del Norte.
Pero si se construye correctamente, una taxonomía para actividades sostenibles sigue siendo una herramienta valiosa a medida que el mundo busca la sostenibilidad. Tiene la clave para acceder a los recursos necesarios para apoyar una transición sostenible.
Dado el poder que tiene cualquier taxonomía, se necesita una mayor transparencia y escrutinio sobre cómo se construyen estos criterios. Se requiere una sólida base de evidencia independiente para las actividades que pueden considerarse sostenibles. Esto permitiría una clasificación que está estrechamente alineada con los objetivos climáticos, incluye actividades verdaderamente sostenibles y omite actividades dañinas que de otro modo continuarían. Una taxonomía puede ser una lista, pero tiene el poder de dar forma al futuro.